Powered By Blogger

jueves, 31 de agosto de 2023

Claro de Luna

Mientras escuché esa canción, me vi delante de todo a lo que me aferraba, lo malo que pasé, los pensamientos que envolvían todo a mi alrededor, me aferré a eso que llamé amor, a la dependencia, al trabajo, a cobrar sentido, a la risa forzada, a la energía extrema, me aferré a todas esas pequeñas cosas que conformaban mi cuerpo, mis pensamientos, mi mente, mi razón de existir.

Era yo, mirándome a la fugaz eternidad, viendo que todo se reproducía una y otra vez, como un vinilo con la aguja rota, en la misma canción, mi claro de luna.

Anochecía esta vez dentro de mí, sin razón aparente, me envolvía de nuevo esa sombría sensicón de dolor y tristeza. 

No había pastilla milagrosa... abrí el último cajón, cogí tu collar y me aferré a él y olí tu manta, recogí profundamente todos los ácaros de esa manta negra y blanca que envolvía mi cuerpo y que un día te vi dormir dentro de ella. recogí lo que un día fue parte de mi, abracé la manta durante horas, volviendo a intentar captar tu olor, cubriendo cada trozo de la tela con mi orificio nasal, ahogándome en llanto.

Intenté encontrar ese recuerdo, pero no estabas... tu olor se desvanecía. Yo no podía más que llorar. No había nada que pudiera hacer más que llorarte y llorar por mí, por no ser capaz de soltar ese recuerdo, de seguir anclada en esa canción repetida. 

Solo esos momentos me hicieron salir de ese bucle. Los paseos, nuestras charlas, sí, nuestras charlas. 

Porque tus ojos me hablaban, me acompañaron cuando tenía miedo, cuando estaba alegre, cuando no podía ni salir de la cama.  ¿Sigue estando ahí ese olor?

Yo pensaba que vivía anestesiada, que poco a poco todo iba a ponerse en orden y calma, que una vez resueltas ciertas cosas, empezaría de nuevo, a diseñar y a crear y a formar. 

Y sí, mi presente soy yo, lo diseño y creo yo a cada paso que doy. 

Pero hay noches como hoy. Hay días enteros como hoy, que la inercia me acaba consumiendo. Y es tan rápido todos los maravillosos sucesos de la vida, me llenan tanto de felicidad y me agotan tanto la energía, que luego estoy días enteros sin poder recargarme. 

Me paraliza la vida que llevo. Me siento en la butaca durante horas, mirando al edificio de enfrente, a veces mirando a la nada. Sin saber en qué pensar. 

Siendo actriz, siendo un personaje que camina, que obedece, que pasea sin alma.