Powered By Blogger

sábado, 26 de noviembre de 2022

Mi yo del pasado

 Estos días estoy reflexionadno mucho, o tal vez pensando y pensando y pensando... mucho

en mi YO del pasado. 

Recuerdo esa niña tímida, muy introvertida, muy sensible, extremadamente sensible, que se odiaba, que  no reconocía su cara, ni le gustaba, que no tiene recuerdos bonitos de su infancia. Que durante muchos años no pudo reconocerse, ni quererse ni cuidarse.

Han pasado muchos años de esa niña que comenzó a crecer con sus traumas, sus miedos y sus inseguridades. Esa niña que creó un mundo paralelo en su mente, evocando toda su rabia en un papel, una adolescente que no tenía miedo a nada, que traspasaba cualquier límite, que se retaba constantemente, que una y otra vez se enfrentaba a todos y a todo. Pareciera que luchara consigo misma...


Esa adolescente que probó y se arrojó al abismo, que alimentó su parte oscura, la única que le hacía mantenerse de pie; esa adolescente que mientras iba descubriendo lo cruel que era el mundo, más se ensombrecía.

Pero no sabía que llegaría un punto, o tal vez ella misma quiso llegar a su límite, para poder tocar el final del abismo y darse cuenta que nadie iba a poder salvarla de sí misma. 

Nadie estaba dentro de ella; nadie podía entenderla ni comprender por todo lo que ella había pasado, por todas las viviencias internas que su mundo parelelo creó y diseñó. El mundo exterior era demasiado crudo, oscuro; nunca se adapató a él. 

Esa adolescente vivía en 2 realidades. Una era una chica rebelde, apasionada, impulsiva, a evces maleducada, sin límites, que pasaba de todo, que no tenñia respeto por nada, ni por ella misma. Solo quería vivir el día a día; disfrutar de la vida, bailar, salir y estar lo menos posible en casa. Ocupaba su tiempo en trabajar y estudiar, era activa.

La otra realidad estaba dentro de ella. Los pensamientos que tenía, lo que anhelaba, cómo visualizaba ella el mundo de fuera, cómo lo percibía e interpretaba... analizaba cada paso de cada persona, cada gesto, cada mirada, la entonación, la forma de caminar. Era como si tuviera los sentidos aumentados, todos, el tacto, el gusto, el olfato, la vista, la percepción de todo se maximizaba. 

Podía e incluso ver translúcidamente el alma de las personas. Veía lo que voz no podía decir, ni expresar. Sentía de maneras inimaginables... era cosnciente de que tenía un don. Conectaba a través de la percepción sensorial con las personas, la empatía se magnificaba hasta tal punto que hacía daño, dolía y sufría muchísimo. 

Porque las emociones eran tormentas en sus ojos y sus oídos. Su latido aumentaba, las palpitaciones en las manos, su respiración. Su mente no paraba de centrifugar ideas, pensamientos, en constante movimiento cíclico. 

Y esa chica aprendió algo valioso y doloroso también.

Su mundo interior no estaba preparado para el mundo terrenal. Su hipersensibilidad era un don, pero también un castigo. Podía sentir las emociones de las personas que le rodean, de manera muy vívida, como si fuera ella misma quién las estuviera sintiendo... 

Pero las personas de su entorno, no podían percibirla de la misma manera y eso hacía que sintieran rechazo, muchas veces se alejaban más. Porque ella reaccionaba, muchas veces no podía sostener la emoción que emanaba de la otra persona, y la confundía con la suya. 

Le costó muchos años asumir la responsabilidad de sus emociones, de acogerlas y amarlas, de comprenderlas y cuidarlas; de dejarlas ir también. E inlcuso las negativas o malas.

Discernirlas, poder separarlas de las emociones de los demás. No hacerlas cómplices. 

Esa chica acabó madurando, creciendo, dolorosamente. Guardando ese secreto dentro de sí. Porque con los años, se dió cuenta que las personas de su alrededor, no estaban preparadas, para sumir su carga, ni para asumir el peso de las emociones. 

Le costaba conectar con las personas; ya desde muy joven. Siempre fue muy intuitiva, percibía a las personas. Le gustaba hablar y comunicar su manera de pensar, y expresarse y poder decir todo lo que su universo emanaba. Pero muchas de esas personas la rechazaron, no comprendían ni tenían la capacidad de ver más allá.

Por eso con pocas conectaba de una manera íntegra y completa. Con los años se dió cuenta que debía estar más tiempo a solas, consigo misma. A solas pero sin estarlo. Abrazando la soledad buscada. Dándose espacio para estar con ella misma. Para quererse, cudiarse, escucharse, reflexionar. 

Intentaba crear herramientas para sobrevivir,  para autogestionarse. 

Se estudió a sí misma durante años, empezó a no culparse de las cosas ni de las siutaciones. Se dió la responsabilidad que debía, maduró emocionalmente, se dio su espacio y su tiempo. Se analizó, se cuestionó y se comprendió. 

A veces se castiga, se daña y se humilla. Pero se permite darse ese espacio para volver a ella. 

 

Y esa YO del pasado; vuelve a recordarme todo el camino vivido; dónde empezó todo y hasta dónde he llegado. Las cosas que aún quedan por vivir. 

Darme valor como ser humano. 

Gracias por cuidar de mi. 


Enviar

 Estoy intentando comprender por qué vuelvo a ti.


Volver a ti, una y otra vez. Volver...

Como decía la canción, con la frente marchita.

Tengo hasta el corazón marchito. Me rompiste en añicos, me hiciste más vulnerable y ahora ya no quiero que me salven. No noto nada cuando me abraza alguien. He perdido la líbido, las ganas de amar. Me dejaste rota.

Pero vuelvo a ti. Vuelvo a ese espacio roto 

Pensamiento intrusivo

 Pensamientos...

El pensamiento que se repite una y otra vez en mi cabeza...

Te echo de menos. Lo pienso  y lo siento así. Por momentos vacía, por momentos, evito alimentar a ese gran monstruo, el pensamiento intrusivo de ti. Tu ser, tu presencia, tu actitud, tu manera de relacionarte. 

A veces pienso en ti, y recuerdo momentos buenos, no puedo evitarlo, pero no consigo mirar tus fotos, ni quiero tener recuerdos de ambos juntos, me escuece.

11/11/21

Hoy volví a pensar en ti... y lloré como hace 3 días. Pudo ser la copa vino, o pudo ser también que la opertura de mi pecho se abrió.

Puede ser que fuere que necesitaba abrir mi corazón, dejar salir ese sentimiento, poder llorarte en calma. 

Todo es un recuerdo de ti. Como si no hubiera ya un pasado, como si hubiera  un antes y un después  de ti, de mi mundo...