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martes, 12 de enero de 2016

Sonrisa

"La sonrisa expresa facialmente un sentimiento de satisfacción".

Y cuán de importante es la sonrisa en los tiempos que corren. Es tan importante como darla y recibirla a la par.
A veces uno cree que no tiene motivos para sonreír, y de repente, algo durante el día te ofrece la oportunidad de disfrutar de esa sonrisa ajena, de esa que te transmite, que te hace recíproco devolverla, que te sale de dentro y te relaja, te satisface, te proporciona placer.
Y otras veces vivimos incautos, dormidos en nosotros mismos, sin regalar a los demás eso que nosotros tanto necesitamos... sin dar y sin recibir.

En muchas ocasiones pienso en la gran fortaleza de una sonrisa, en cómo se activa esa parte de nuestro cerebro que anhela ser un "loco" de esos que caminan descalzos por la calle, con el alma desnuda, sacando lo mejor de ellos, sonriendo por doquier, sin la necesidad de sentirse juzgado y coaccionado por las miradas de los otros, de esos que no saben dar, de los que nunca reciben sonrisas, de los que los llaman "locos"...

Yo también quiero ser "loca", como lo son los niños, que ríen sin cesar, que te sonríen en medio de la calle, que se ponen a carcajear sin importarles lo de su alrededor, que disfrutan y viven ese momento, ese instante tan satisfactorio...

Y nosotros, volviéndonos tan adultos, tanto, que dejamos de hacerlo.
Dejamos de sonreír, de sonreír solos por la calle, de regalar sonrisas ajenas, de desnudar nuestra alma...

Hoy mientras paseaba por la calle, me fijé particularmente en eso que siempre me llama la atención y que a algunos nos falta en nuestro día a día: la sonrisa de un niño.

La sonrisa ajena de aquellos que tienen todo el mundo por delante, y que son capaces de sonreír en cualquier situación, que verlos te transmite esa alegría.
Y no eran unos niños cualquiera, sino hijos de inmigrantes, con distintas costumbres, distinto idioma, distinto color de piel, distinta religión...

Y todas esas diferencias tan marcadas en esta sociedad y tan obvias a simple vista, que yo solo podía ver lo que me estaba transmitiendo.

Y yo que solo podía ver sus dientes blancos, relucientes, esa boca abierta de par en par, llenos de risa y alegría, enviándome a mí toda esa luz, y solo podía percibir lo que nos unía, la inocencia de la niñez. Y me devolvían a ese estado de locura de nuevo, y les enviaba mi sonrisa y se quedó ineludible durante todo el día en mí...

Así que gracias a ellos, hoy he vuelto a sonreír.

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