No
me acostumbro a eso de escribir en un ordenador. Llevo tantos años plasmando
mis ideas, mis ilusiones, mis pensamientos, todo lo que hay dentro de mí en una
hoja de papel, que a veces me resulta extrañamente vulgar anotar todas esas
cosas tan mías, tan introspectivas, y con tanta sensibilidad en un aparato tan carente de toda emoción. Algo
que es duro, que solo necesitas un par de dedos con los que ir deslizando hacia
cada letra. Que no me transmite nada.
Cuando
escribo noto mi mano, la tensión de mi brazo, las ideas que van fluyendo en mi
interior y van surtiendo por esa tinta, esa misma que mancha las yemas de mis
dedos, me hace partícipe del primer tachón de la hoja, de las letras que no se
entienden, de las faltas ortográficas, de las abreviaciones… me resulta más
humano, más imperfecto. Como yo.
Es
mi mano, mi brazo, mi tachón, mi letra, mi hoja, mi tensión en la espalda, es
mi tacto con el relieve de mis ideas…
Pero
en cambio, ahora he de plasmar todas esas sensaciones en un sitio virtual.
Plasmar algo tan emocional, tan cósmico, tan efímero, tan intrínseco, en un
lugar tan amplio, tan orbital, tan mecánico y que no resulte un puro
aburrimiento enlazar la mecánica de Internet, con la mecánica del (mi) corazón.
Pues ahí va mi segunda reflexión... cómo adaptarte a los nuevos cambios que estás generando en tu vida, en tu propia psique, en tu manera de verlo todo.
Dicen que la actitud es algo muy importante, es lo fundamental vaya.
En la actitud, la manera en la que tienes de afrontar una situación, puede erradicar todos los efectos colaterales de la misma. Es decir, si yo, que soy nueva en esto de escribir en un ordenador, valoro y positivizo que mis relatos, mis reflexiones y otras ideas delirantes pueden leerlas más personas que yo misma, que fuera de mí hay personas a las que les pueda interesar mi mundo interior, mi visión de vida e incluso poder comparar esas propias visiones, mi actitud ante esta máquina tan pragmática podría mejorar. Podría conectar con otras personas a través de mi escritura, y eso si que hay que positivizarlo.
Mis palabras me han salvado de momentos de desesperación enormes, de situaciones en las que no sabía qué pensar, ni qué sentir porque todo eran nubes negras dentro de mí, mi mente se volvía difusa y dispar y no encontraba salida, e incluso a día de hoy me resulta a veces sorprendente cómo resulta de maravilloso darte cuenta que lo más hermoso de nosotros es lo imperfecto de lo humano. Todos intentando ser grandes triunfadores y comparándonos constantemente con los demás, intentando ser más guapos y más inteligentes, destacando en algo que nos haga buenísimos y luego, somos más auténticos por nuestras propias imperfecciones, esos detalles tan íntimos, tan significativos de nuestra propia personalidad.
Un cumpleaños, creo recordar que fue el pasado abril, mi hermana me regaló un libro, se llama "Ama tu Caos" de Albert Espinosa. Este libro me impactó mucho y no solo por el título, sino por el mensaje insondable que había dentro d él: amar tu propio caos.
Para mí eso significaba (y significa) amarme en todas mis facetas, en todas mis vertientes, en todas mis imperfecciones y ser capaz de enseñarlas con orgullo, de satisfacerme de ellas y de que al final, la gente también amara mi propio caos. Esas pequeñas cosas, los detalles, los gestos, tus maneras tan peculiares de ser y de amar, son las que forman tu caos y eso es lo que quiero plasmar aquí en este blog. Mi caos. Y que os enamoréis de él. Sin caer en la pedantería, ¡ojo! simplemente, fluid con él...
Os dejo un enlace de Judit Nedderman, poniendo voz y sentimiento a un poema de Miquel Martí i Pol que tanto me y transmite... sus palabras están llenas de significado. Disfrutadlo.
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